El sector del mueble es un sector muy relevante para la economía de la UE, que emplea a alrededor de 1 millón de trabajadores en unas 120 000 empresas (compuestas en un 99% por micro, pequeñas y medianas empresas), genera una facturación anual de alrededor de 96.000 millones de euros y produce el 25 % del mobiliario del mundo
En las últimas décadas, este sector se enfrenta a algunas amenazas específicas (como, por ejemplo, la competencia de países con bajos costes laborales, el envejecimiento de la mano de obra y el escaso atractivo del sector para los jóvenes, la escasez de madera y materiales derivados de la madera), a los que hay que sumar tres hechos principales que concurrieron para poner las cosas aún más difíciles en los últimos tres años: la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y la escasez de materias primas.
En este marco, el Pacto Verde Europeo representa un gran desafío, pero también una gran oportunidad para que las empresas salgan reforzadas de la actual crisis ambiental y económica generalizada para alcanzar la neutralidad climática en 2050, siendo necesario recurrir a tecnologías verdes e implementar formas más sostenibles de producción y distribución, para convertirse en un sector competitivo, eficiente en el uso de recursos y atractivo.
El modelo de referencia a adoptar es el Modelo de Economía Circular, un modelo de economía que es “regenerativa por diseño: los materiales biológicos están diseñados para retornar a la biosfera, y los materiales técnicos están diseñados para circular con una mínima pérdida de calidad” y “reparadora por intención; teniendo como objetivo depender de energías y recursos renovables; minimizar, monitorizar y eliminar el uso de químicos tóxicos; y evitar los residuos a través de un diseño cuidadoso” (Fundación Ellen Mac Arthur, 2014).
Los principios de ecodiseño permiten a las empresas crear productos útiles y deseables reduciendo al mínimo su impacto en el medio ambiente a lo largo de todo el ciclo de vida, es decir, desde la extracción de materias primas hasta la producción, distribución, utilización y fin de vida.
A nivel operativo, esto significa, para el sector del mueble:
Usar materiales de manera eficiente, prefiriendo materiales renovables y reciclados cuando sea posible, y de acuerdo con su desempeño ambiental;
Separar diferentes materiales y piezas, potenciar las posibilidades de reparación, reutilización, renovación y remanufactura, priorizando estos bucles circulares sobre el reciclaje y aumentando la vida útil y la durabilidad de los productos de mobiliario;
Usar productos químicos de manera responsable, evitando sustancias peligrosas (por ejemplo, retardantes de llama tóxicos).
La dimensión social también es un elemento que debe tomarse en consideración estrictamente ligado a la dinámica ambiental y económica. El impacto social de la producción debe tomarse como base para implementar iniciativas capaces de retornar valor a los territorios y las comunidades.
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